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En Romanos 1:19–21, Pablo, el incontenible apóstol de Cristo, describió a los ateos, humanistas y secularistas de épocas pasadas, declarando de ellos: “Profesando ser sabios, se hicieron necios” (v. 22). A tales personas, les dijo que Dios había manifestado Su existencia claramente en las cosas que Él había creado. Sin embargo, rechazaron la abundante evidencia en su razonamiento vano y sin sentido, corrompiendo así sus corazones.
En seguida, Pablo les informó las consecuencias de su negación y rechazo de Dios:
- En primer lugar, inventaron sus propios “dioses” y comenzaron a adorar criaturas en lugar del Creador (los hombres son incurablemente “religiosos” y deben adorar algo). No se pierda la ironía de los hombres, la cúspide de la creación de Dios, se inclina ante imágenes de otros meros hombres e incluso de formas de vida inferiores (v. 23).
- En segundo lugar, negar a Dios significaba abandonar Su ley benévola; cambiaron “la verdad de Dios por la mentira” (v. 25a). En su vacío moral y espiritual, se desviaron hacia el cumplimiento prohibido de cada “pasión vergonzosa” imaginable (incluyendo el asesinato, el engaño, la ausencia de afecto natural y las prácticas homosexuales masculinas y femeninas) (vv. 26–31).
- En tercer lugar, trajeron la ira de Dios sobre sí mismos (v. 18). Debido a la gran cantidad de evidencia de Su existencia y Su benevolencia y debido a que eligieron las mentiras de sus propios corazones entenebrecidos sobre Su Verdad, no tenían “excusa” por su comportamiento (v. 20b). Así, “Dios los entregó” a su propia rebelión e iniquidad (vv. 24, 26, 28). Dios es paciente (2ª Pedro 3:9), pero “no contenderá…con el hombre para siempre,” cuando está decidido a perseverar en la maldad (Génesis 6:3). No se equivoque: los hombres pueden volverse tan perversamente corruptos que incluso Dios se da por vencido con ellos.
Los atributos morales de Dios y sus requisitos morales para con nosotros son estáticos (Salmos 102:27; Hebreos 13:8). Su actitud no ha cambiado hacia aquellos que en nuestro tiempo, ante la sobreabundancia de evidencias de su existencia y poder creador, lo niegan obstinadamente. Es una hipocresía abyecta admitir (como debe hacerlo todo ateo) que incluso un sujetapapeles tuvo un diseñador y un fabricante, pero luego insistir en que el vasto universo―que nuestras sondas espaciales más avanzadas no pueden comenzar a comprender―es el resultado de un enorme, una “explosión” insensata e inexplicable y que la vida “de alguna manera” brotó de algo que nunca vivió.
Los académicos, filósofos y científicos elitistas que niegan a Dios de nuestros días “no tienen excusa” porque “profesando ser sabios, se hicieron necios”.
[Nota: Este artículo fue escrito y publicado en Denton Record-Chronicle, Denton, TX, el 28 de febrero de 2014. DM]
Atribución: Tomado de thescripturecache.com; Dub McClish, propietario y administrador.
Traducido por: Jaime Hernandez.