Atributos de Dios en el Libro de Proverbios

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Introducción

            Hablar de los atributos de Dios es hablar de Sus características, Sus rasgos, Sus capacidades y, en cierta medida, Su naturaleza. Los seres humanos finitos e indignos deben abordar tal estudio con absoluta reverencia. Las actitudes de humildad y mansedumbre deberían caracterizar a quien intente comprender a Aquel que es el único infinito. Él no sólo posee ciertos rasgos, sino que es impecablemente perfecto en cada uno de ellos.

            Dicho esto, es necesario investigar y comprender las características de la Deidad en la medida en que Él se ha revelado a los hombres. Un gran objetivo de toda la revelación de Dios hacia nosotros es atraernos a la semejanza de sus rasgos morales. Así, Jesús nos insta a “sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48).[1]Asimismo, Pedro exhortó a que, como aquel que nos llamó es santo, así también nosotros debemos ser santos (1 Pedro 1:15). Para llegar a ser semejantes a Dios, debemos comprender todo lo que podamos acerca de los atributos de Dios.

            Otro objetivo importante de la revelación de Dios hacia nosotros es ayudarnos a comprender esos atributos que pertenecen únicamente a la Deidad y respecto de los cuales debemos sentir siempre un temor reverencial. Dios revela cosas tales como Su gloria y poder por medio de la existencia misma del universo material natural: “Los cielos cuentan la gloria de Dios,

 Y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmos 19:1). Pablo hizo el mismo punto: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas…” (Romanos 1:20). Sin embargo, nuestro Creador hizo que esas habilidades exclusivas fueran aún más específicas en la revelación especial y sobrenatural de Su Palabra escrita. El libro de Proverbios revela algunos de estos atributos únicos, como veremos.

            El libro de Proverbios es justamente eso: un libro de proverbios inspirados sobre una amplia variedad de temas. No fue escrito para servir como libro de texto sobre los atributos de Dios. Sin embargo, en el curso de su amplio alcance temático, expresa varias de las características Divinas. Sólo podemos ser bendecidos examinándolos.

La omnipresencia de Dios

            La doctrina de que la Deidad está siempre en todas partes, todo el tiempo y que nada escape a Su atención es casi imposible de comprender para los mortales, pero la Biblia a menudo enfatiza este poder. Salomón no pasó por alto este atributo de Dios al escribir Sus Proverbios. Proverbios 5:21 declara: “Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová y él considera todas sus veredas.” El capítulo 15, versículo 3 es una especie de comentario sobre el pasaje anterior: “Los ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos.”

            Proverbios 5 está dedicado casi por completo a advertencias contra la inmoralidad sexual. Las palabras del versículo 21 son un recordatorio solemne de que, aunque uno pueda ocultar su pecado a sus amigos y familiares, su conducta siempre está “ante los ojos de Jehová.” La contraparte del Nuevo Testamento a estos pasajes es Hebreos 4:13: “Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.”.

            Si bien el pecador debe temer la idea de que los ojos de Dios están en todas partes todo el tiempo, el pueblo del Señor puede regocijarse al saber que Sus ojos se fijan en ellos: “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún” (Hebreos 6:10). Es muy posible que estos versos sirvieran de inspiración para el canto espiritual “Hay un ojo que todo lo ve viéndote.” Que este atributo de Dios nos desanime del mal comportamiento al mismo tiempo que nos alienta en la piedad.

La omnisciencia de Dios

            Las siguientes declaraciones de Proverbios exponen el concepto de la omnisciencia de Dios:

El Seol y el Abadón están delante de Jehová; ¡Cuánto más los corazones de los hombres! (15:11)

Libra a los que son llevados a la muerte; Salva a los que están en peligro de muerte. Porque si dijeres: Ciertamente no lo supimos, ¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá y dará al hombre según sus obras (24:11-12).

            Para que uno pueda conocer los misterios del Seol y de Abadón y conocerlos para “pesar” correctamente los corazones de los hombres y emitir juicios justos, debe ser omnisciente.

            La omnisciencia de Dios habla de la plenitud absoluta de Su conocimiento sobre todo lo que es cognoscible: un poder sorprendente, incluso para los genios humanos. Este rasgo es posible en parte gracias a la omnipresencia de Dios. Si Él no estuviera en todas partes todo el tiempo, algo podría ocurrir donde Él no está, escapando así de Su conocimiento. La omnisciencia de Dios implica Su conocimiento perfecto no sólo de las cosas presentes, sino también de las pasadas y futuras. En realidad, Dios no opera en términos de pasado, presente o futuro ni en términos de tiempo en absoluto. Todas las cosas en todas las épocas están siempre ante la mente Divina en un gran panorama. Si hay algo que Él no sabe, entonces Él es simplemente “casi” omnisciente, posibilidad que la doctrina de la Biblia no permite.

La compasión y la benevolencia de Dios

            Si no tuviéramos más que algunas de las declaraciones de Proverbios, podríamos saber que Dios es innatamente compasivo y benevolente:

Jehová asolará la casa de los soberbios; Pero afirmará la heredad de la viuda (15:25).

No robes al pobre, porque es pobre, ni quebrantes en la puerta al afligido (22:22).

No traspases el lindero antiguo, ni entres en la heredad de los huérfanos; Porque el defensor de ellos es el Fuerte, el cual juzgará la causa de ellos contra ti (23:10-11).

El pobre y el usurero se encuentran; Jehová alumbra los ojos de ambos (29:13).

            La compasión de Dios se demuestra en su preocupación por las viudas, los pobres oprimidos, los afligidos y los huérfanos. Él señala su benevolencia en su cuidado de aquellos que no tienen a nadie más que los cuide o que no pueden defender su propia causa. Obviamente, el corazón misericordioso y generoso de Dios no le permite deleitarse en el sufrimiento de la humanidad, incluidos los menos estimados entre ellos. El espíritu benevolente de Dios se ve además en ciertos regalos incondicionales que Él da. Él ilumina los ojos tanto de los santos como de los pecadores, así como hace que el sol brille y la lluvia caiga sobre justos e injustos (Mateo 5:45).

            Fue esta misma naturaleza compasiva y benevolente la que hizo que Él mirara con desprecio a los hombres malvados y perdidos y les proporcionara un Salvador y salvación. Los escritores de los Evangelios describen con frecuencia la compasión que nuestro Señor tuvo sobre varias personas e incluso sobre multitudes de ellas. Siempre debemos buscar emular este maravilloso atributo de la Deidad.

La justicia de Dios

            La perfecta misericordia y compasión de Dios se equilibran con su perfecta justicia, que recibe mayor énfasis en Proverbios:

Jehová asolará la casa de los soberbios; Pero afirmará la heredad de la viuda (15:25).

Jehová está lejos de los impíos; Pero él oye la oración de los justos (v. 29).

Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión; Pero Jehová pesa los espíritus (16:2).

Peso y balanzas justas son de Jehová; Obra suya son todas las pesas de la bolsa (v. 11).

El crisol para la plata, y la hornaza para el oro; Pero Jehová prueba los corazones (17:3).

No digas: Yo me vengaré; Espera a Jehová, y él te salvará (20:22).

Todo camino del hombre es recto en su propia opinión; Pero Jehová pesa los corazones (21:2).

Considera el justo la casa del impío, cómo los impíos son trastornados por el mal (v. 12).

Los ojos de Jehová velan por la ciencia; Mas él trastorna las cosas de los prevaricadores (22:12).

Porque si dijeres: Ciertamente no lo supimos, ¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá y dará al hombre según sus obras (24:12).

Porque para el malo no habrá buen fin y la lámpara de los impíos será apagada (v. 20).

El gran Dios cría todas las cosas; y al loco da la paga, y a los transgresores da el salario (26:10, RV1569).

            Observe las diversas facetas de la justicia de Dios: (1) Él destruye a los orgullosos, pero preserva a los humildes, (2) Se aleja de los malvados, pero escucha a los justos, (3) Pesa los corazones y los espíritus con pesas justas, (4) Él prueba los corazones, (5) Él recompensa el mal, (6) Derriba a los impíos y a los traidores, (7) Él paga a todos según su obra, (8) Apagará la lámpara de los impíos, (9) Él recompensará a los necios y a los transgresores según sus pecados.

            La tendencia de los hombres es enfatizar la compasión y la benevolencia de Dios y restar énfasis o incluso negar la justicia de Dios. Sin embargo, el mismo Dios que dio a Su Hijo para salvarnos también juzgará a toda la humanidad a través de ese Hijo: “Por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hechos 17:31). Nadie se perderá el gran día de ajuste de cuentas cuando la justicia perfecta de Dios finalmente corregirá todos los errores, revelará el mal tal como es en realidad y lo desterrará para siempre al infierno eterno: “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Corintios 5:10).

La soberanía y la autoridad de Dios

            Varias declaraciones en Proverbios reflejan la soberanía de Dios:

Todas las cosas ha hecho Jehová para sí mismo y aun al impío para el día malo (16:4).

La suerte se echa en el regazo; Mas de Jehová es la decisión de ella (v. 33).

Torre fuerte es el nombre de Jehová; A él correrá el justo, y será levantado (18:10)

El caballo se alista para el día de la batalla; Mas Jehová es el que da la victoria (21:31)

           

            La soberanía de Dios es Su autoridad, dominio y gobierno absoluto. La Biblia lo describe como poseedor de una autoridad inigualable e incuestionable. El Padre ha puesto esta autoridad en manos de Su Hijo, colocación que Daniel anticipó:

Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido (Daniel 7:13-14).

           

            La ascensión que Daniel predijo es la misma que Pedro describió en Pentecostés:

A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo (Hechos 2:32-36).

            Él tiene el derecho Divino de controlar todas las cosas. Este hecho debería causar pavor y temor para aquellos que viven en rebelión contra Dios y Su Hijo. Sin embargo, los justos encuentran esperanza, consuelo y seguridad en la autoridad absoluta de Dios.

El poder creativo de Dios

            La soberanía y la autoridad le pertenecen a Él porque Él creó todas las cosas.

Del hombre son las disposiciones del corazón; Mas de Jehová es la respuesta de la lengua (16:1).

El oído que oye, y el ojo que ve, ambas cosas igualmente ha hecho Jehová (20:12)}

Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más profundo del corazón (v. 27).

El gran Dios cría todas las cosas; y al loco da la paga, y a los transgresores da el salario (26:10, RV1569).

           

            No hay explicación racional para el universo material y toda la vida que lo ocupa aparte de un Creador omnipotente que es eterno y nunca tuvo un principio. Como se señaló anteriormente (a saber, Salmo 19:1; Romanos 1:20), la naturaleza es testigo de esta Causa y la Biblia testifica en casi cada página. La humanidad puede ser muy obtusa a veces. Muchas personas supuestamente educadas se maravillan ante los cielos insondables y ante la complejidad de sus propios cuerpos físicos. Sin embargo, dicen alegremente que todas estas entidades asombrosas “simplemente sucedieron” mediante procesos “naturales” inexplicables e irreproducibles. Una simple declaración de las Escrituras proporciona la lógica del asunto: “Porque toda casa es hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios” (Hebreos 3:4).

La sabiduría de Dios

            La sabiduría suprema y perfecta de Dios se revela hasta cierto punto en Su creación natural. Además del testimonio de la sabiduría de Dios que implica la existencia del universo material, la gloriosa iglesia que Jesús estableció demuestra “la multiforme sabiduría de Dios” (Efesios 3:10).

            Sin embargo, la revelación más completa de la sabiduría de Dios está en Su voluntad revelada. El libro de Proverbios habla de la sabiduría y la verdad que habitan únicamente en la Deidad:

Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, aun a sus enemigos hace estar en paz con él (16:7).

El corazón del hombre piensa su camino; Mas Jehová endereza sus pasos (v. 9).

No hay sabiduría, ni inteligencia, ni consejo, contra Jehová (21:30).

Gloria de Dios es encubrir un asunto; Pero honra del rey es escudriñarlo (25:2).

Toda palabra de Dios es limpia; Él es escudo a los que en él esperan. No añadas a sus palabras, para que no te reprenda y seas hallado mentiroso (30:5-6).

            La voluntad revelada de Dios está tan llena de sabiduría, que cuando uno vive según ella, su vida justa puede incluso silenciar a sus enemigos. Los hombres siempre se desvían de Dios, y si no tuviéramos la revelación de su voluntad, seríamos vagabundos sin esperanza en la tierra. Jeremías se hizo eco de este principio: “Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos” (Jeremías 10:23). Dios sabía que el hombre era incapaz de autogobernarse, por eso nos dio la dirección que necesitamos en Su Palabra. Es plenamente suficiente para satisfacer las necesidades muy espirituales que tienen los hombres:

Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra (2 Timoteo 3:16-17).

            No necesitamos ayuda directa adicional del Espíritu Santo además de las vastas fuentes de fortaleza, sabiduría y fruto que Dios nos ha dado en Su Palabra. Es sumamente capaz de llevarnos a nuestro hogar celestial si vivimos de acuerdo con ella: “Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados” (Hechos 20:32, énfasis DM).

            La Palabra de Dios es probada y verdadera. Se ha superado la prueba del tiempo; Múltiples e implacables ataques han intentado destruirla, pero sigue en pie. No nos atrevamos a añadirle ni modificarle de ninguna manera. La advertencia que Juan hizo sobre las palabras de su Revelación se aplica en principio a todo el volumen sagrado:

Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro (Apocalipsis 22:18-19).

            Dios nos ha revelado su voluntad. Contentémonos siempre con respetarla sin pensar nunca en cambiarla en ningún aspecto.

Conclusión

            Hay casi innumerables joyas valiosas de la Verdad en el libro de Proverbios. Entre esas gemas se encuentran los destellos que ofrece de los atributos de Dios. Que aprendamos bien los atributos y los tengamos siempre ante nuestros ojos con reverencia y asombro.

Nota final

[1] Todas las citas bíblicas son tomadas de la RV1960 al menos que se indique lo contrario.

 

[Nota: Escribí este manuscrito y presenté un resumen oral en las Power Lectures, organizadas por la Iglesia de Cristo de Southaven, MS, del 3 al 7 de agosto de 2003. Fue publicado en el libro de las conferencias, Los dichos of Salomón: Perlas de los Proverbios, ed. BJ Clarke (Southaven, MS: Iglesia de Cristo de Southaven, 2003).]

Atribución: Tomado de thescripturecache.com; Dub McClish, propietario y administrador

Traducido por: Jaime Hernandez.

Author: Dub McClish