¿Debemos renunciar al propósito bíblico del bautismo?

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El tema del bautismo de la última dispensación (Efesios 4:5; Mateo 28:19–20) ha despertado discusión y controversia durante siglos. Los hombres han contendido acaloradamente varias facetas del tema en innumerables conversaciones y miles de debates. Al menos desde el siglo XII, hombres y mujeres fueron brutalmente perseguidos, incluso quemados en la hoguera, porque se atrevieron a oponerse al “bautismo” de niños católicos romanos. Se han predicado innumerables sermones y se han escrito miles de páginas sobre el bautismo que marcan esto como un tema importante incluso desde los días de Juan.

¿Por qué la controversia sobre el bautismo?

Es irónico que haya tanta controversia sobre el bautismo cuando uno considera la claridad de las enseñanzas del Nuevo Testamento al respecto. Toda esa controversia terminaría si todos los hombres fueran tan nobles como los judíos de Berea (Hechos 17:11). Comparativamente, pocos están dispuestos a inclinarse en humilde sumisión ante el trono del Rey de reyes. Es triste decirlo, los hombres continúan peleando contra las Escrituras para su propia destrucción, a menudo definiendo palabras e interpretando declaraciones para que se ajusten a sus prejuicios.

Cuando los hombres reciben “la palabra con toda solicitud”, no discuten lo que los hombres inspirados enseñan sobre el bautismo, sino que la cumplen de inmediato (Hechos 2:41). Con la misma claridad, cuando los hombres tratan de evitar la enseñanza directa del Evangelio sobre este tema, manifiestan su desprecio por la Palabra. Mientras que algunos son sinceros en sus errores, muchos de los que enseñan herejía sobre el bautismo saben exactamente lo que están haciendo.

Hace un cuarto de siglo hubiera tenido en mente solo a los denominacionales en las descripciones anteriores. Sin embargo, ahora, estas actitudes y acciones son muy descriptivas de algunos que una vez estuvieron entre nosotros, pero que ahora, al menos en el corazón y actitud, ya no lo son. Las declaraciones de algunos indican que están dispuestos a renunciar a todo el terreno del Nuevo Testamento sobre el bautismo, terreno recuperado por un gran esfuerzo y a un costo inmenso durante muchas generaciones. La enseñanza del Nuevo Testamento sobre el bautismo, especialmente sobre el propósito del acto, es tan fundamental que rendirse es ceder el corazón mismo del Evangelio: la redención a través de la sangre de Cristo. Cuando uno corrompe el bautismo, mutila y estropea el glorioso plan de salvación de Dios. Todos los que se ocupan de la doctrina y la práctica pura, y del cristianismo primitivo, se preocuparán siempre por lo que las Escrituras enseñan sobre el bautismo.

Las Escrituras especifican cada detalle concerniente al bautismo, incluyendo su elemento (agua), su acción (inmersión) y las personas autorizadas (creyentes que confiesan su fe y se arrepienten de sus pecados). Debemos entender, cumplir y luchar por cada uno de ellos. La Biblia también especifica en términos claros el propósito del bautismo del Nuevo Testamento. Su propósito sigue provocando mucha controversia. ¿Es el bautismo una condición de salvación o una “señal” de salvación? ¿Se concede el perdón de pecados antes de que uno sea bautizado o en el acto del bautismo? ¿Es el bautismo para o por salvación?

El propósito bíblico establecido

            Los lectores de la Biblia que la leen sin prejuicios no pueden dejar de ver la conexión que hacen las Escrituras entre el bautismo y la salvación en numerosas declaraciones explícitas (por ejemplo, Marcos 16:15–16; Juan 3:5; Hechos 2:38; 22:16; Romanos 6:3 Gálatas 3:27; Tito. 3:5; I Pedro 3:20-21). No enseñar así, sino enseñar que el agua lava los pecados, es un subterfugio creado por hombres desesperados por negar la Verdad del Evangelio. Nunca he escuchado o conocido a alguien de quien sepa que así lo enseña. Obviamente, si hubiera poder de perdón en el agua, la Palabra Pre-encarnada podría haberse quedado en el Cielo.

            El antiguo himno lo dice correctamente: “¿Qué me puede dar perdón? Solo de Jesús la sangre” (Apocalipsis 1:5; cf. Mateo 26:28; Juan 1:29; Romanos 5:9; Hebreos 9:22; I Pedro 1:19–20; et al.). Hechos 22:16 no se acerca a decir que el agua lava los pecados, sino que nos dice explícitamente cuándo, en qué acto, los pecados son lavados por la sangre de Cristo. El pasaje es explícito: ese acto es el bautismo. La Biblia da un solo medio para entrar en la muerte de Cristo (en la que derramó Su sangre) para acceder al poder limpiador de Su sangre: EL BAUTISMO (Romanos 6:3). De esta manera, sin bautismo, no hay sangre; sin sangre, no hay limpieza; y sin limpieza, no hay cielo. Si este resumen simple y bíblico no convence a los hombres de la necesidad del bautismo para la salvación, no podrán ser convencidos con nada.

Engañadores denominacionales y compañeros de viaje.

            Al menos desde el siglo XVI, cuando Martín Lutero inventó su plan de “salvación por fe sola,” los religiosos han estado engañando al mundo sobre el propósito del bautismo. Tal vez el noventa y cinco por ciento del protestantismo, siguiendo a Lutero, niega la innegable conexión bíblica entre el bautismo y el perdón/salvación. Durante su reciente cruzada en Nashville, Tennessee, Billy Graham (en una entrevista televisiva) “citó” tanto Marcos 16:16 como a Hechos 2:38, de la siguiente manera, respectivamente: “El que cree…se salvará” y el que “se arrepiente…sus pecados le son remitidos” (La mayoría de los predicadores denominacionales tratan simplemente de racionalizar estas afirmaciones inequívocamente claras; ¡Graham simplemente las borra pomposamente!).

            Ya es bastante malo que la mayoría de los denominacionales nieguen la Verdad en este punto. Pero es peor cuando los predicadores y profesores de izquierda que aún pretenden estar entre nosotros demuestran su apostasía al ceder en este terreno bíblico. Hombres como Carroll D. Osburn y Max Lucado han declarado abiertamente que el propósito bíblico del bautismo es una cuestión indiferente para ellos. Varias congregaciones y sus respectivos predicadores se unieron a la campaña de Franklin Graham en Lubbock en abril, y varias “Iglesias de Cristo” de Nashville hicieron lo mismo con Billy Graham en julio. Cada vez que uno respalda y extiende la comunión a los denominacionales que odian el bautismo, neutraliza implícitamente su propósito bíblico.

¿Debe uno entender el propósito del bautismo?

            Una pregunta relacionada con el propósito del bautismo es: “¿Debe el pecador entender que el bautismo es necesario para la salvación?” Mi respuesta: “¿Debe el comulgante entender el propósito de la cena del Señor para que su participación sea aceptable para Dios?” La respuesta de Pablo: “Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí” (I Corintios 11:29). El mismo principio se aplica a cantar y orar (I Corintios 14:15). ¿Cómo puede el “bautismo” de una persona ser más que un baño físico si no entiende o, si entiende, niega su propósito bíblico?

            La pregunta es: “¿Puede uno ser enseñado de manera incorrecta/no bíblica sobre el bautismo y, de alguna manera, ser bautizado correcta y bíblicamente?” Aparentemente, Pablo no lo creía (Hechos 19:1–5). En Éfeso, volvió a enseñar y bautizar correctamente a una docena de almas que habían sido enseñadas y se habían sometido al obsoleto bautismo de Juan. Indudablemente, habían tratado sinceramente de agradar a Dios al someterse al bautismo de Juan. Sin duda, el comportamiento de Pablo aquí es instructivo.

Falsos hermanos y compromisos fatales

            Hombres como Rubel Shelly, Doug Foster y Jimmy Allen habrían dado su bendición a los efesios mal informados. Estos hombres han declarado abiertamente que uno puede ser enseñado incorrectamente y, no obstante, ser bautizado correctamente. Niegan que uno deba conocer el propósito del bautismo para que sea eficaz. Hace varios años, Shelly opinó que, mientras uno se bautizara para “agradar a Dios” u “obedecer a Dios”, esto constituía un “propósito” suficiente para el acto. Uno debería querer agradar a Dios en todas las cosas, incluido el bautismo, pero tal no es el “propósito,” sino una motivación para el bautismo. No confundamos motivo y propósito.

            Shelly también ha afirmado que el bautismo es aceptable siempre y cuando sea por “una razón bíblica.” Esto implica que hay más de un propósito bíblico para el acto, lo que las Escrituras niegan. Foster (en un artículo de Wineskins) y Allen (en un libro completo que promueve su visión) hicieron grandes esfuerzos hace algunos años, básicamente, para argumentar que la acción es el ingrediente esencial del bautismo. Afirman que mientras un creyente se sumerja, Dios se hará cargo del “propósito”, incluso si el candidato lo ignora o no está de acuerdo con él. (¿Por medio de qué lógica es importante la acción si el propósito no lo es? Anticipo que también renunciarán a la acción. Quizás, algunos ya lo han hecho).

            Hay un propósito del bautismo—y solo uno. Se expresa de varias maneras, todas las cuales son equivalentes entre sí (p. Ej., Para ser salvos [Marcos 16:16; I Pedro 3:21], para entrar al reino/iglesia [Juan 3:5; I Corinitos 12:13], para recibir la remisión de los pecados [Hechos 2:38], para que los pecados sean lavados [22:16], para entrar en Cristo y su muerte [Romanos 6:3–4], para ser revestido de Cristo. [Gálatas 3:27]). ¡Simplemente no puede ser que el conocimiento del pecador del propósito del bautismo sea innecesario!

Otra consecuencia terrible

            El bautismo es el “Mar Rojo” del Nuevo Testamento (I Corintios 10:1–4), el cual separa al pueblo de Dios de todos los demás. Separa a los que aún están en sus pecados de los que fueron lavados en Su sangre, de los que aún están en el mundo de los están en Su cuerpo: la iglesia, de los que no tienen esperanza de aquellos que tienen la esperanza del Cielo.

            Las doctrinas de estos falsos hermanos representan una renuncia crítica a la Verdad fundamental respecto al compañerismo, así como de la salvación. La consistencia exige su adhesión inmediata de millones de denominacionales como hermanos, incluyendo para empezar, a todos los bautistas. Sospecho firmemente que una de las razones de su renuncia al bautismo es comenzar a abrir puertas de comunión que eventualmente conducirán a la amalgama total con el denominacionalismo en general (imitando a sus antepasados Discípulos de Cristo). Sus compañeros hace mucho tiempo perdieron la capacidad de pensar de la iglesia en cualquier otra cosa que no sea en conceptos denominacionales.

            La eficacia de todo el sistema cristiano para salvar a los hombres se basa en la sangre del Cordero de Dios (Juan 1:29). ¿Cómo se atreve alguien a sugerir que podría haber más vías para la sangre purificadora que la que se enseña en las Escrituras? Si solo la sangre de Cristo puede quitar los pecados (y solo ella puede [Hebreos 9:22; Apocalipsis 1:5]), y si Dios asignó el bautismo como el punto de contacto con la sangre de Cristo (y lo hizo [Romanos 6:3]), entonces el bautismo es manifiestamente el elemento clave del plan de salvación del Señor, el punto en el cual Dios y el hombre entran en comunión uno con otro. Cuando uno renuncia a la doctrina del Nuevo Testamento sobre el propósito del bautismo, hace una renuncia fatal.

[Nota: Escribí este MS y apareció originalmente como “Perspectiva editorial” en el ejemplar del The Gospel JournaL en Septiembre del 2000, del cual era editor en ese tiempo.

Reconocimiento: Tomado deTheScripturecache.com, propiedad y administrado por Dub McClish.

Traducido por: Jaime Hernandez.

 

Author: Dub McClish

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