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La doctrina de Cristo debe siempre controlar nuestros deseos con el fin de agradar a Dios. De forma contraria, los hombres se comportan de una manera muy peligrosa cuando su deseo se convierte en el padre de su doctrina. En años recientes, este fenómeno ha sido muy evidente con varios intentos hechos para escapar de la naturaleza restrictiva de las palabras de Jesús en Mateo 19:9 en relación al matrimonio, divorcio y segundas nupcias. Es obvio que los apóstoles reconocieron la seriedad de Sus palabras en forma inmediata, al decir que sería mejor no casarse (v. 10). Los extremos a los que los hombres llegan con tal de eliminar la trascendencia y aplicación de la enseñanza del Señor en este pasaje parecen no tener fin.
Uno de estos extremos afirma que los cuatro evangelios son simplemente una parte del Antiguo Testamento. La afirmación es, ya que la ley fue clavada en la cruz por y con Cristo (Colosenses 2:14), todo lo que el Salvador enseñó mientras estuvo en la tierra (incluyendo por supuesto Mateo 19:9) fue abolido y no tiene aplicación para nadie desde entonces.
El principal proponente y sus afirmaciones
Tuve mi primer contacto con este “razonamiento” en 1961 cuando escuché de un hermano que estaba enseñando que solo las enseñanzas de Cristo que fueron repetidas por escritores inspirados después de Pentecostés son obligatorias para nosotros. Dado que Mateo 19:9 no se cita de Hechos a Apocalipsis, no aplica para nosotros. Consideré esta afirmación extremista y errónea en su momento y aun lo hago. En años recientes, el abogado que entre nosotros defiende abiertamente tal enseñanza ha sido y es Dan Billingsly, pero, como ya se ha señalado, de ninguna manera se originó con él.
Me enfrenté con él en un debate oral en 1986 sobre un tema relacionado—sí o no el inconverso está sujeto a la ley de Cristo (él negaba y yo afirmaba). 1 Hasta donde sé, en ese momento, no negó la inclusión de Mateo, Marcos, Lucas y Juan en el Nuevo Testamento. Su afirmación de que un inconverso no es responsable ante la ley de Cristo implicaba por lo tanto que el no cristiano estaría exento de la enseñanza de Jesús sobre el matrimonio, divorcio y segundas nupcias. Por lo tanto, deduje de su argumentación en nuestro debate que él consideraba correctamente Mateo 19:9 como parte de la ley de Cristo.
¡Cómo ha “progresado” con el paso de los años! Aparentemente, eso que él afirmó en nuestro debate fue simplemente un “trampolín” hacia su posición actual. Ahora, mediante la eliminación de los Evangelios en su totalidad, exime de ese modo a todos (santos y pecadores por igual) de las restricciones del Señor sobre el matrimonio, divorcio y segundas nupcias (junto con todo lo demás que Él enseñó antes de la cruz). Ha enfrentado al menos a tres hermanos en debates orales desde 1993 en los que ha negado que Mateo 19:9 sea enseñanza del Nuevo Testamento basándose en que Mateo, Marcos, Lucas y Juan son parte del Antiguo más que del Nuevo Testamento. Constantemente desafía a otros a debatir con él y su obsesión con esta aberración doctrinal ha dominado tanto su predicación como su escritura por varios años.
En sus esfuerzos por restructurar los libros y la enseñanza que pertenecen al Antiguo
Debate McClish‐Billingsly (Denton, TX: Valid Pub., Inc., 1986)1 y Nuevo Testamento respectivamente, hace principalmente las siguientes afirmaciones:2
- Que Jesús fue el último profeta del Antiguo Testamento y su mensaje fue solamente para los judíos.
- Que Jesús vivió y murió bajo el Antiguo Testamento.
- Que Jesús no enseñó nada nuevo, sino que simplemente enseñaba el verdadero significado de Moisés y los profetas.
- Que Jesús no contrastó su enseñanza con la enseñanza de la ley, sino con la de los rabinos.
- Que ningún escritor o predicador después de Pentecostés citó jamás las cosas que Jesús enseñó antes de su muerte.
- Que Mateo 19:9 es simplemente una reformulación de la legislación mosaica en Deuteronomio 24:1.
Respuesta a este sistema teológico
No estamos simplemente tratando con uno o dos inofensivos errores doctrinales, sino con todo un sistema de error, que, cuando se acepta, altera fundamentalmente el estudio y aplicación de las Escrituras. Por lo tanto, como con los errores del 70 d.C. y las contenciones premilenial dispensacionalista, estos errores constituyen un sistema teológico. Al igual que con todos los sistemas aberrantes de teología, así con éste—contiene una extraña y a veces confusa combinación de verdad y error.
En un esfuerzo desesperado por promover su innovadora distinción entre los dos Testamentos, el hermano Billingsly constantemente envía una carpeta por correo que es, de hecho, una nueva “portada” para el Nuevo Testamento. En esta carpeta explica que el Nuevo Testamento en realidad comienza en Hechos 2 y da indicaciones a los que la reciben de insertar la nueva “portada” en sus Biblias entre Hechos 1 y Hechos 2 para que puedan estar debidamente informados ¡y recuerden su increíble descubrimiento!
Ahora responderé las afirmaciones anteriormente enumeradas, para que el lector pueda seguirlas en ese orden.
- Es verdad que Jesús fue un profeta, que fue el último profeta que vivió y predicó mientras el Antiguo Testamento estaba en vigor y que fue enviado a declarar el mensaje que predicó durante su vida terrenal a “las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mateo 15:24). Sin embargo, esto en ninguna manera implica que toda su enseñanza fue simplemente una repetición de la ley o que nada de ella fuera de naturaleza prospectiva, tanto con respecto al tiempo como para los que serían afectados por ella. No solo predicó que la venida del reino/iglesia era inminente (Mateo 4:17; 16:18‐19, 28; y otros), sino que enseñó ciertas cosas que no eran parte de la ley de Moisés, que eran parte de su ley la cual entraría en vigor cuando su reino fuera establecido (Lucas 22:19‐20, 19‐30; Juan 4:23‐24; y otros). Enseñó que el reino le sería quitado a los judíos y dado a otros (Mateo 21:43) y que su reino incluía a los gentiles como también a los judíos (Juan 10:16).
- Es verdad que Jesús nació y murió bajo la ley de Moisés (Gálatas 4:4; Colosenses 2:14). Sin embargo, esto no implica en lo absoluto que solo enseñara (según consta en Mateo, Marcos, Lucas y Juan) la ley de Moisés y que por lo tanto todo eso que enseñó se hiciera nulo e inaplicable con su muerte en la cruz.
- Es verdad que Jesús siempre confirmó y obedeció la ley de Moisés. Que fue el único que la cumplió a la perfección y que por lo tanto fue sin pecado (Hebreos 4:15). Solo a causa de su vida sin pecado pudo ser nuestro sumo sacerdote, ofrecer su sangre como el perfecto sacrificio por los pecados de toda la humanidad—“el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Hebreos 7:26‐27; Juan 1:29). Además, constantemente demostró su respeto absoluto a la ley—no solo por su obediencia sino por medio de sus palabras. Dado que él y sus contemporáneos vivieron cuando aún la ley estaba vigente, les enseñó a obedecerla sin fallar (Mateo 5:17‐19, 19:17; 23:1‐3; Lucas 17:14; y otros). Desde luego que enseñó y aplicó la ley correctamente.
Sin embargo, esto no implica en lo absoluto que, además de la ley, no haya enseñado nuevos principios o doctrina en preparación del reino venidero el cual entraría en vigor cuando la ley fuera anulada. Ya he hecho referencia a algo de esta enseñanza (ver el punto 1) y hay mucha más. Mediante la observación del contexto de su enseñanza, además de las mismas palabras en ella uno puede determinar si el Señor estaba mandando obediencia a la ley o estaba emitiendo nueva ley que entraría en vigor después que fuera aprobada.
- Es verdad que el Señor algunas veces hizo referencia al abuso y mala aplicación de la ley por los líderes judíos de su tiempo. Por su tradición, los principales de la sinagoga prohibieron a Jesús sanar en el día de reposo, sin embargo demostró que el razonamiento correcto en relación a la ley era válido (Mateo 12:19‐13). Reprendió a los fariseos y escribas porque exaltaban sus tradiciones por encima de la ley (15:1‐6). A los saduceos que negaban la resurrección les dijo: “Erráis, ignorando las Escrituras…” (22:29). Hay otros ejemplos como estos. En esas circunstancias siempre dejó en claro que estaba reprendiendo y corrigiendo sus tradiciones y por otro lado les estaba enseñando el significado de la ley. Sin embargo, reconocer esto no implica que el Señor nunca contrastó su nueva enseñanza con la que era enseñada por Moisés. La afirmación favorita de Billingsly es que en el Sermón del Monte el Señor se limitó a corregir la tradición rabínica y dio la verdadera exposición de la ley de Moisés en sus declaraciones “pero yo os digo” (Mateo 5:22, 28, 32, 34, 39, 44). (Algunas veces, con toda inocencia y sin pensarlo bien, ¡hermanos fieles caen en la trampa al estar de acuerdo con él en la exposición de estos pasajes!) Si Jesús se limitó a corregir los abusos rabínicos de la ley y declarer correctamente la ley en Mateo 5, entonces Billingsly tiene razón al afirmar que estas cosas fueron clavadas en la cruz y no nos aplican actualmente. Pero ¿Estamos listos para las consecuencias de este punto de vista? Mateo 5:32 es una de las declaraciones en este contexto: “Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.” ¿Estamos listos para admitir que este pasaje pertenece a Moisés, como argumenta Billingsly? Su argumento es de la siguiente manera: (1) En Mateo 5:32 Jesús estaba enseñando solo el verdadero significado de la declaración de Moisés en Deuteronomio 24:1‐2. (2) Mateo 19:9 es equivalente a Mateo 5:32 y también es solo una declaración del significado de Deuteronomio 24:12. (3) Dado que ambos pasajes son parte de la Ley de Moisés y puesto que la ley se consumó en la cruz, estas enseñanzas no son aplicables a nadie desde la cruz. Por favor note: Uno no puede sostener consistentemente que las declaraciones de Jesús en Mateo 5 sean respuestas a la tradición rabínica (y por lo tanto declaraciones correctas de la ley) y así aplicar sus declaraciones a los que han vivido desde que la ley fue abrogada. Si fueran simplemente de la Ley Mosaica, Billingsly está en lo correcto—¡fueron clavadas en la cruz!
La verdad es que Jesús no estaba citando a los rabinos cuando repetidamente decía: “Oísteis que fue dicho a los antiguos…” Estaba citando en cada caso la Ley de Moisés (sea directamente o por implicación). Por lo tanto, en cada caso, cuando él decía, “Pero yo os digo,” estaba dando su nueva enseñanza sobre los temas que presentaba de la ley—enseñanza que era muy superior a la encontrada en la ley y que fue dada a la espera del reino inminente. La multitud que le escuchaba se daba cuenta que les estaba dando su enseñanza ¡y estaban maravillados de su valiente afirmación de autoridad! (Mateo 7:28‐29). Por lo tanto, la enseñanza de Jesús en este sermón magistral (incluyendo su legislación respecto al matrimonio, divorcio y segundas nupcias) fue parte de su propia doctrina que pertenece a la era cristiana ¡y a la que todos los hombres son aún susceptibles!
- Es totalmente engañoso (porque es falso) afirmar que ningún escritor inspirado o predicador alguna vez citó cualquiera de las palabras del Señor después de Pentecostés. Esto se supone es una prueba de que ninguna de las enseñanzas de nuestro Señor que emitió durante su vida terrenal son obligatorias a los hombres que han vivido desde su muerte. Qué religión tan extraña si esto fuera así: ¡Que los seguidores y fieles al fundador de su religión deban descartar todo lo que él enseñó durante su vida! Pero no es así. Éste pequeño problemilla malicioso se desecha viendo simplemente que toda palabra que nuestro Señor enseñó (según lo registrado por Mateo, Marcos, Lucas y Juan) ¡fue escrito muchos años después de Pentecostés!
- Al igual que en el Sermón de la Montaña, así también se afirma que en Mateo 19:9 Jesús estaba simplemente corrigiendo el error de la tradición rabínica y declarando el real significado de la ley. ¿Jesús simplemente replanteó y/o clarificó Deuteronomio 24:1‐2 en Mateo 19:9? ¿Mateo 19:9 refleja la enseñanza de Moisés totalmente? Vea lo siguiente:
(1) En primer lugar, Jesús citó la ley ideal de Dios para el matrimonio “al principio” (la cual no incluye el divorcio) a los hipócritas fariseos (Mateo 19:4‐6 [Génesis 1:27; 2:24]). En un esfuerzo para ponerse de lado de Moisés y en contra del Señor y así desacreditarlo, citaron la concesión mosaica que permitía el divorcio (Mateo 19:7; Deuteronomio 24:1). Sin embargo Jesús respondió que el motivo verdadero del divorcio permitido por Moisés era por la “dureza del corazón” de los esposos (Mateo 19:8). Inmediatamente, Jesús pronunció la enseñanza para nosotros en el versículo 9, dando la fornicación como la única base permisible para el divorcio y las segundas nupcias, presentándola con la frase: “Y yo os digo.” Vea que esta frase es casi idéntica a la que él usó seis veces en Mateo 5 para presentar su nueva enseñanza la cual fue contrastada con la ley de Moisés. Sostengo que está haciendo lo mismo en Mateo 19:9.
(2) No obstante, se argumenta que Deuteronomio 24:1 permitía al marido divorciarse de su esposa cuando le encontraba “cosa indecente” (reprochable, LBLA) en ella y que el Señor define esto indecente o reprochable como “fornicación” en Mateo 19:9. Sin embargo, hay al menos dos consideraciones que falsean esta afirmación: (a) La pena por causa de fornicación y/o adulterio bajo la ley ya ha sido repetida y claramente estipulada por Moisés—no era el divorcio, sino la muerte (Levítico 20:10; Deuteronomio 22:13‐22). Por lo tanto la “cosa indecente” en Deuteronomio 24:1‐2 no era la impureza sexual. (b) El término hebreo traducido “cosa indecente” (dabar ervah) aparece 54 veces en el Antiguo Testamento y se refiere a algo distinto en todos los casos, aunque en algunos casos el contexto determine el significado específico. No obstante, en forma significativa, nunca se traduce “fornicación.” Hay varias palabras hebreas que significan claramente “fornicación” y/o “adulterio,” pero Moisés no usó ninguno de estas en Deuteronomio 24:1‐2. ¿No parece extraño que si Moisés tuviera la intención de referirse a la fornicación en este pasaje evitara una palabra tan específica a favor de un término muy general? Además cuando los traductores de la Septuaginta pasaron las Escrituras Hebreas al griego, nunca tradujeron dabar ervah como “fornicación” o “adulterio.” 3
Si Mateo 19:9 es simplemente una aclaración de la ley de Moisés, es sumamente extraño que la ley existiera por quince siglos sin tal aclaración ¡y que a su explicación se le diera solo pocos meses Para una documentación completa de estudios de las palabras relevantes, ver El Debate Tarbet‐Billingsly (Denison, TX: Don Tarbet [215 W. Sears, Denison, TX 75020], 1997) y Mac Deaver, Estudios en Mateo, ed. Dub McClish (Denton, TX: Valid Pub., Inc., 1996), pp. 545‐564. de vida antes de ser anulada con el resto de la ley! Jesús no estaba enseñando la ley del Antiguo Testamento, sino su propia doctrina que pronto empezaría y prevalecería en la era cristiana.
Conclusión
Los que compilaron y publicaron nuestras ediciones de la Biblia, al identificar los respectivos libros del Antiguo y el Nuevo Testamento, lo hicieron correctamente. Jesús ciertamente exaltó la ley de Moisés e insistió siempre que sus contemporáneos judíos la guardaran escrupulosamente. Sin embargo, al mismo tiempo enseñaba el nuevo principio y ley que pronto (y lo hizo) entraría en vigor cuando la Ley de Moisés quedara sin validez por su muerte. Los cuatro relatos de su vida y enseñanza contienen numerosas declaraciones que pueden y pertenecen al Nuevo Testamento. Fue esa nueva doctrina a la que Jesús se refirió cuando le dijo a los apóstoles “guarden todas las cosas que os he mandado” (Mateo 28:19‐20). Una de las funciones del Espíritu Santo cuando el Señor lo envío sobre los apóstoles era la de recordar todo lo que Cristo les había enseñado (Juan 14:26).
La “gran salvación” fue “anunciada primeramente por el Señor” (Hebreos 2:3). ¿Cuándo hizo esto? Solo a través de las enseñanzas que estarían en su Nuevo Testamento—¿Cuál enseñanza entregó mientras caminaba por los polvorientos caminos de Galilea y Judea en su primera estadía? Algún día seremos juzgados por las palabras que Cristo habló (Juan 12:48). Esto no podría referirse a lo que enseñó si todo lo que hizo fue aclarar y reafirmar la Ley de Moisés. La Constitución de los EEUU fue compuesta y preparada antes de que fuera ratificada, adoptaba y se convirtiera en ley. En la mayoría de los casos esto debe ser así; de lo contrario ¡no habría nada que ratificar y aprobar! La voluntad de una persona en un instrumento jurídicamente obligatorio cuando ella muere, pero debe determinarse y prepararse antes de la muerte. Así con la voluntad de Cristo (Hebreos 9:16‐17). Preparó y declaró varios elementos de su nueva y superior voluntad (el Nuevo Testamento) antes de su muerte, en vista de su promulgación después de su muerte (Hebreos 8:6).
Mateo 19:9 no fue una legislación ociosa o inútil—tenía que entrar en vigor en un periodo de tiempo, en alguna era del tiempo. He demostrado que no estuvo en vigor como una reformulación o aclaración de la ley de Moisés. Era claramente una nueva legislación. Por lo tanto, no aplicó durante la era mosaica. Y ciertamente no se aplicará en la eternidad, porque el matrimonio no existe en el ámbito de los espíritus (Marcos 12:25). La única era que queda en la que podría aplicar es la era cristiana. Era parte de la nueva legislación de Jesús, entregada con anticipación de que el sistema mosaico muriera y de la inauguración de su “camino nuevo y vivo” (Hebreos 10:20) que pronto se cumpliría en su muerte. Mateo 19:9 es una parte del Nuevo Testamento, como lo son los libros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Todos los hombres que han vivido desde la muerte de Cristo son susceptibles a la ley de Cristo respecto al matrimonio, divorcio y segundas nupcias; todos seremos juzgados por ella en el día final (Juan 12:48).
Notas finales
- El debate McClish-Billingsly (Denton, TX: Valid Pub., Inc., 1986).
- Esfuerzo desesperado por avanzar en su nueva distinción entre los Testamentos Bíblicos, el hermano Billingsly envía constantemente por correo una pequeña carpeta, que es, en efecto, una nueva “página de título” para el Nuevo Testamento. Esta carpeta explica que el Nuevo Testamento en realidad comienza en Hechos 2 e instruye a sus destinatarios a insertarlo en sus Biblias entre Hechos 1 y 2 para que puedan estar debidamente informados y debidamente recordados de su asombroso descubrimiento.
- Para la documentación completa de los estudios de palabras relevantes, vea The Tarbet-Billingsly Debate (Denison, TX: Don Tarbet [215 W. Sears, Denison, TX 75020], 1997) y Mac Deaver, Studies in Matthew, ed. Dub McClish (Denton, TX: Valid Pub., Inc., 1996), págs. 545–564.
[NOTA: Este manuscrito fue escrito a pedido y publicado en la revista The Spiritual Sword, julio de 1997.]
Atribución: De thescripturecache.com; Dub McClish, propietario y administrador.
Traducido por: Jaime Hernandez.