Los que son sabios

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Introducción

            Con toda razón los eruditos bíblicos clasifican los libros desde Job hasta Cantares como “literatura sabia,” esto es especialmente verdad del libro de Proverbios. La palabra sabio, sabiamente y sabiduría están 118 veces en la ASV en este no muy largo libro. La sabiduría―qué significa ser sabio o actuar sabiamente―es el énfasis y el tema de Proverbios.

            Es correcto entonces, que esté lleno de definiciones, explicaciones, aplicaciones y exhortaciones en relación a la sabiduría―no deberíamos esperar menos. Viene de la mente de Salomón―simplemente el hombre más sabio que ha vivido. Dios le permitió que aprovechara doblemente la fuente de sabiduría. Cuando no era más que un joven rey, Dios le invitó a pedir lo que él quisiera. Salomón ya era un poco sagaz, más que pedir riquezas, larga vida o  el  vengarse de sus enemigos, pidió un “corazón entendido” (I Reyes 3:9). Al responder a su petición, Dios dijo:

He aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú (3:12).

Dios lo dotó con tal sabiduría en áreas como la judicial, financiera, gubernamental, musical y en asuntos de historia natural que su fama se hizo legendaria, no solo en Israel sino en todo el mundo:

Era mayor la sabiduría de Salomón que la de todos los orientales, y que toda la sabiduría de los egipcios. Aun fue más sabios que todos los hombres, más que Etán ezraíta y que Hemán, Calcol y Darda, hijos de Mahol; y fue conocido entre todas las naciones de alrededor…Y para oír la sabiduría de Salomón venían de todos los pueblos y de todos los reyes de la tierra, adonde había llegado la fama de su sabiduría (4:30-31, 34).

Así, el rey Salomón sobrepasó a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría. Y toda la tierra buscaba la presencia de Salomón, para escuchar su sabiduría, la cual Dios había puesto en su corazón (10:23-24). No obstante, Dios le impartió sabiduría a Salomón tanto en asuntos sagrados como también en seculares. De los tres mil proverbios y mil cinco cantares que escribió (4:32), tenemos solamente un pequeño porcentaje preservado en su libro de Proverbios, Eclesiastés y Cantares. Nada de sus esfuerzos en el campo de la taxonomía ha escapado los embates del tiempo excepto la simple mención de que hizo una amplia labor en esa área (4:33). Clarke, reflexiona sobre el por qué muy poco de lo que él hizo ha llegado a nuestros días y concluye:

Lo que Dios juzga de importancia para los intereses eternos de la humanidad, se conserva. … Otros investigarán de la naturaleza y para ellos esas investigaciones se quedan. Salomón habló por inspiración: y por lo tanto le fueron comunicadas doctrinas divinas, que él pudo enseñárselas al hombre (2:698).

En su forma pintoresca pero contundente, Henry también declara la fuente de la sabiduría que impregna los Proverbios:

Ahora tenemos ante nosotros a un autor nuevo o más bien escritor usado por el Espíritu Santo para dar a conocer la mente de Dios a nosotros, escribir como movido por el dedo de Dios (así se le llama al Espíritu de Dios), y este es Salomón; a través de su mano llegó este libro de la Escritura y los dos que siguen, Eclesiastés y Cantares, un sermón y un canto (3:789-90)

Dios entonces no solo dio a Salomón sabiduría que se desconocía sobre asuntos mundanos, sino también inspiró su sabiduría sobre asuntos sagrados, resultando en los tres libros del Antiguo Testamento que llevan su nombre. Por lo tanto, todo lo que Salomón escribió en relación a la sabiduría en el libro de los Proverbios es la sabiduría revelada y definida por Dios.

¿Quién Es “El Sabio”?

El sabio y la sabiduría definidos

            El adjetivo hebreo, chakam, está atrás de nuestra palabra española sabio en muchas pasajes. La palabra estaba asociada originalmente con la habilidad en los trabajos artesanos más que a una sagacidad general o buen sentido y juicio: “El chakam es el uso secular significaba un hombre que era un hábil artesano” (Unger & White 473). Así Bezalel, Aholiab y otros eran “sabios de corazón” en sus habilidades y destrezas con el fin de ser capaces de producir los intrincados detalles necesarios para hacer el tabernáculo. Debido a estas habilidades inusuales eran llamados “sabios:”

Así que vinieron todos los hombres hábiles que hacían todo el trabajo del santuario, cada cual del trabajo que estaba haciendo (Éxodo 36:4, LBLA).

Esta palabra también se usa en referencia a los hombres que practicaban las artes negras de adivinación, magia y hechicería. Así faraón llamó a sus “sabios y hechiceros” que “hicieron también lo mismo…con sus encantamientos” (Éxodo 7:11; Isaías 44:25). Por supuesto, Dios es descrito como el que en última instancia es sabio:

Pero él también es sabio y traerá el mal y no retirará sus palabras. Se levantará, pues, contra la casa de los malignos y contra el auxilio de los que hacen iniquidad (Isaías 31:2).

Ser sabio por la definición de Dios es tener entendimiento, buscar conocimiento y usar estas facultades con habilidad para tomar decisiones correctas.

            El sustantivo hebreo, chakemah, significa “sabiduría,” es obviamente la misma palabra que chakam, citada arriba. La sabiduría es lo que caracteriza a los hombres sabios, sea que sean naturalmente sabios o son especialmente dotados por Dios (como lo fue Salomón). Dios llenó con sabiduría a los artesanos que hicieron las vestiduras sacerdotales y ayudaron a hacer el tabernáculo (Éxodo 28:1-3; 31:2-6; 36:2) y esta es la razón por la que eran llamados “sabios.” En estos pasajes vemos nuevamente que la sabiduría describe habilidades artísticas y artesanales.

            Sin embargo, este término se utiliza con mayor frecuencia en relación a juicios adecuados y buenas decisiones: “Chakemah es el conocimiento y la habilidad para tomar decisiones correctas en el momento oportuno” (Unger & White 475).

El sabio y la sabiduría descritos

            Si el contenido es una pista, uno de los grandes objetivos del libro de Proverbios es el describir las características de la verdadera sabiduría que el lector diligente deseará y buscará. Considere las siguientes descripciones de aquellos que son sabios:

Escucharán e incrementarán el aprendizaje; tienen entendimiento y buscan consejos sabios (Proverbios 1:5; 8:33; 9:9; 10:8, 14; 12:15; 13:1; 15:31; 18:15; 19:20; 20:18; 21:11; 22:17; 23:19; 24:5-6).

Son humildes (3:7; 26:5, 12, 16; 26:12; 28:11).

Planean con anticipación y son cooperativos (6:6-8).

No tienen miedo de trabajar duro (10:5).

Controlan su lengua (10:19; 12:18; 14:3; 17:28).

Ganan almas (11:30).

Tienen principios puros (13:14; 15:2, 7).

Saben del valor de asociarse con personas sabias (13:20).

Temen y evitan el mal (14:6).

Se preocupan de honrar a sus padres (15:20; 23:15, 24; 27:11; 28:7).

Obedecen a las autoridades civiles (16:14).

No beben bebidas fuertes (20:1).

Castigan al impío si están en posición de autoridad (20:26).

Aceptan y aprovechan la reprensión (25:12).

No confían en las riquezas (28:11).

Son pacificadores (29:8).

Controlan su ira (29:11).

Vea que el énfasis está sobre las cualidades de tener hambre por el conocimiento, demostrar entendimiento y buscar el consejo sabio. Solo aquellos que son humildes, seguirán este camino, lo cual también se enfatiza mucho.

            Salomón también describe la sabiduría a detalle y como se espera, se incorpora a las descripciones de los que son sabios. La sabiduría se describe como sigue:

Reverencia y reconocimiento de Jehová (1:7; 2:6-7; 9:10; 15:33; 21:30).

Entendimiento o inteligencia (2:2; 4:5, 7; 5:1; 7:4; 8:1; 10:13, 23; 14:6, 8, 33; 15:21; 16:16; 17:16, 24; 19:8; 23:23).

La fuente de grandes bendiciones (2:10; 3:13).

Algo que deberíamos tener siempre delante de nosotros (3:21).

La cosa más importante (4:7).

El camino de rectitud (4:11; 10:31).

Eso que es de valor incomparable (8:11; 16:16; 23:23).

Edificador de una casa fuerte (9:1; 24:3).

Prudencia (10:13).

Humildad (11:2).

Ser avisados, listo, sagaz, prudente (13:10; 18:1; 23:4).

Eso que hace que los hijos honren a sus padres (29:3, 15)

Con mucho una de las palabras más frecuentemente usadas para describir la sabiduría es entendimiento. Por lo tanto, la sabiduría, no consiste de una inteligencia superior o de una abundancia de conocimiento en muchas disciplinas. Más bien, tiene que ver con la comprensión de cómo se interrelacionan los distintos elementos del conocimiento que poseemos y luego aplicarlos y usarlos en juicios y palabras prudentes. Sin embargo, incluso ésta facultad, si se limita al ámbito secular, no describe adecuadamente la sabiduría. Salomón también hizo una fuerte conexión entre la sabiduría y la reverencia hacia y el reconocimiento de Dios. Esta actitud no puede separarse del respeto y de la sumisión a la voluntad revelada de Dios. De aquí que, en otro lugar Salomón escribió: “El fin de todo discurso oído es este: Teme a Dios y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” (Eclesiastés 12:13). No deberíamos preguntarnos, después de verla definida y descrita, que la sabiduría sea llamada “la cosa más importante” y que debería valorarse por encima del oro y de las piedras preciosas.

La Sabiduría De Salomón Aplicada A La Juventud

            Salomón dijo al principio de este gran libro de sabiduría que su propósito era impartir sabiduría al joven, a su hijo en particular:

Para entender sabiduría y doctrina, para conocer razones prudentes, para recibir el consejo de prudencia, justicia, juicio y equidad; para dar sagacidad a los simples y a los jóvenes inteligencia y cordura (Proverbios 1:2-4).

Dirigió sus exhortaciones y súplicas específicamente a “mi hijo” o “mis hijos” veintisiete veces. Hace una aplicación de la sabiduría inspirada a “hijos” en general en doce ocasiones. Incluso cuando el contexto inmediato no se hace evidente, debemos entender que este libro en su totalidad está destinado principalmente a la instrucción de su hijo. Lo que le dijo a su propio hijo es del mismo valor a todo joven en toda época.

Categorías de énfasis de Salomón

            En sus exhortaciones inspiradas, Salomón trató con varias áreas concretas de la vida que todo joven debe enfrentar. Ahora examinaremos las principales categorías de estas en orden de aparición en el texto:

Advertencia contra la influencia de las malas compañías (1:10; 4:14–17; 13:20; 22:24–25; 24:1–2, 21–22; 29:24).

Advertencia contra la codicia (1:12–19; 10:2; 11:24, 26; 15:27; 21:6, 25–26; 22:16; 23:4–5; 28:25; 30:8–9).

Advertencia contra la falta de respeto a los padres (2:1–4; 3:1; 4:1–2, 10–11, 20–21; 5:1, 7; 6:3, 20; 7:1–4, 24; 8:32; 10:1, 8; 13:1; 15:5, 20; 17:2, 25; 19:13, 26; 20:20; 23:15, 19, 22, 24–26; 27:11; 28:7, 24; 29:3; 30:17).

Advertencia contra el no temer a Dios y las bendiciones de temerle (2:5–15, 20–22; 3:21–26; 4:12–13; 9:10; 10:27; 24:21; 29:25).

Advertencia contra la tentación de mujeres malas (2:16–19; 5:3–23; 6:24–35; 7:5–27; 9:13–18; 22:14; 23:27–28; 29:3; 30:20; 31:2–3).

Advertencia contra el orgullo (3:5–7, 34; 6:17; 11:2; 13:10; 14:3; 15:25, 33; 16:5; 18:11–12; 21:4, 24; 22:4, 18–19; 25:6–7, 14, 27; 26:12; 27:1–2; 28:11, 25; 29:23; 30:32).

Advertencia contra la pereza ((6:6–11; 10:4–5, 26; 12:24, 27; 13:4, 11; 15:19; 18:9; 19:15, 24; 20:4; 21:25; 22:13; 23:21; 24:30–34; 26:13–16).

Advertencia contra la lengua sin control (6:12, 17, 19; 10:11, 13–14, 18–21, 31–32; 11:9–13; 12:6, 13–14, 17–19, 22, 25; 13:3; 14:3, 25; 15:1–2, 4, 7, 23, 26, 28; 16:24; 17:4, 7, 20, 27–28; 18:4, 6–8, 13, 20–21; 19:1, 5, 9; 20:15, 19; 21:6, 23; 22:11; 23:9, 16; 24:2, 26, 28–29; 25:9–11, 14–15, 18, 23, 25; 26:20–26, 28; 28:23; 29:5, 11, 20).

Advertencia contra la deshonestidad ((6:17–18; 11:1; 12:17, 19–20, 22; 13:5; 14:5, 25; 16:11; 19:5, 9, 22, 28; 20:7, 10, 14, 17; 21:6, 28; 22:28; 23:10; 24:26, 28; 25:18; 26:24–26, 28; 27:5–6; 28:8, 21; 29:5, 24; 30:8–9).

Advertencia contra la embriaguez (20:1; 23:20–21, 29–35; 31:4–5).

La lista de prioridades de Salomón

            Del listado anterior podemos observar algunos énfasis significativos. Si bien todas estas advertencias son mencionadas con suficiente frecuencia para merecer nuestra atención, podríamos tener una mejor perspectiva sobre la importancia relativa que Salomón dio a ellos de acuerdo a la cantidad de énfasis que cada uno recibió, de mayor a menor:

Advertencia contra la lengua sin control

Advertencia contra la falta de respeto a los padres

Advertencia contra la deshonestidad

Advertencia contra el orgullo

Advertencia contra la tentación de las mujeres malas

Advertencia contra la pereza.

Advertencias contra el no temer a Dios y las bendiciones de temerle.

Advertencia contra la codicia.

Advertencia contra la embriaguez.

Quizás no hay suficiente información aquí para deducir que la tentación más seria para los jóvenes en los días de Salomón (alrededor del 1000 a.C.) era el no controlar la lengua. Sin embargo, la ley de Moisés era muy específica acerca de un área en la que los jóvenes deben controlar sus lenguas―en relación a sus padres. Las consecuencias más terribles aguardaban a los que no tenían en cuenta esta ley:

Igualmente el que maldijere a su padre o a su madre, morirá (Éxodo 21:17).

Todo hombre que maldijere a su padre o a su madre, de cierto morirá; a su padre o a su madre maldijo; su sangre será sobre él (Levítico 20:9).

El mal uso de la lengua para maldecir a los padres de uno, es una manera concreta de mostrar falta de respeto a ellos, lo cual es objeto de la segunda más frecuente advertencia de Salomón. Además de maldecir a los padres, la ley también trata con otras faltas de respeto para con ellos y con el mismo castigo―pena de muerte:

El que hiere a su padre o a su madre, morirá (Éxodo 21:15).

Si alguno tuviere un hijo contumaz y rebelde, que no obedeciere a la voz de su padre ni a la voz de su madre, y habiéndole castigado, no les obedeciere; entonces lo tomarán su padre y su madre, y lo sacarán ante los ancianos de su ciudad, y a la puerta del lugar donde viva; y dirán a los ancianos de la ciudad: Este nuestro hijo es contumaz y rebelde, no obedece a nuestra voz; es glotón y borracho. Entonces todos los hombres de su ciudad lo apedrearán, y morirá; así quitarás el mal de en medio de ti, y todo Israel oirá, y temerá. (Deuteronomio 21:18-21).

Maldito el que deshonrare a su padre o a su madre. Y dirá todo el pueblo: Amén (Deuteronomio 27:16).

Uno podría recorrer la lista de arriba y citar pasajes del Pentateuco que prohíben cada uno de estos comportamientos y que adjuntan diversas sanciones a los mismos. Lo que vemos entonces en la declaración de estas advertencias en Proverbios es la intención de Salomón de enfatizar fuertemente estos principios de la ley para su hijo. Él sabía que estos principios protegerían a su hijo de muchos peligros y sufrimientos, le proveería la vida más feliz posible y sobre todo, le produciría una vida que agradaría a su padre terrenal y a su Padre celestial.

            Es importante señalar que estas advertencias también se encuentran en el Nuevo Testamento, lo cual significa que es aun necesario para nosotros tenerlas en cuenta, por nosotros mismos si somos padres y luego enseñarlas diligentemente a nuestros hijos. En otras palabras, no es menos necesario que los padres de esta generación enseñen estos principios de conducta moral a sus hijos de lo que fue para Salomón enseñarlas a su hijo.

Aplicaciones Actuales

            La naturaleza humana cambia muy poco a través del tiempo. Cuando vemos las advertencias que Salomón dio a su hijo, podemos ver que, mientras que el mundo era muy diferente en sus días en muchas maneras, muchas cosas, sin embargo, eran lo mismo. Los padres se preocupaban por la felicidad y seguridad de sus hijos. Querían que sus hijos vivieran de tal forma que hicieran felices a sus padres en lugar de hacerlos llorar. Aunque Satanás ha inventado muchas trampas y tentaciones desde los días de Salomón, uno aún puede ver que cada uno de los elementos de la lista de arriba están presentes por mucho en el mundo moderno. Por limitaciones de espacio se nos permite abarcar solo los dos primeros de estos.

La lengua sin control

            Una de las cosas más tristes a la vista y algo que suena mal a los oídos del justo es la de un niño usando su lengua para regañar a los demás, pero especialmente a su padre y madre. Lo única cosa más triste podría ser ver a un padre siendo objeto de tal abuso verbal y no hacer nada para detenerlo. Lo más triste de todo es ver a padres cristianos que permiten que sus hijos les hablen de esta manera o incluso que les griten.

            El patrón de la lengua sin freno a menudo empieza a una edad muy temprana. Mamá le dice a su pequeña Suzie de tres años de edad, que vaya a tomar una siesta y la pequeña Suzie dice, “No” y continúa jugando. Mami no le hace caso por unos minutos y luego le dice nuevamente y Suzie dice, “No, no, no.” Mami espera más y le dice una vez más y ella aun dice, “No.” Este tipo de comportamiento que a menudo se cree gracioso a los tres años de edad, no lo es en lo absoluto cuando la pequeña Suzie está diciendo “No” y continúa saliéndose con la suya cuando tiene doce o catorce años. El hecho lamentable del asunto es que hay millones de niños que se les ha permitido (deberíamos decir, se les alienta) a formar el patrón de no tener límites en su hablar.

            El hablar normal de nuestra nación se ha degenerado desde mi infancia a un nivel sin precedentes de groserías y bajezas. Cuando era niño, se reconocía a los chicos y chicas malas del otro lado de la vía que fumaban un cigarrillo robado o por utilizar incluso comparativamente (por los estándares de hoy en día) palabras ligeramente vulgares. Sin embargo, ahora no es raro escuchar a los niños usando palabras en su hablar cotidiano que marinos de hace algunas generaciones habrían quedado impactados. Estas palabras son tan comunes y generalizadas que resultan casi inevitables.

            Esos, aun cuando no son cristianos, que tiene algo de refinamiento o estándar de decencia, encuentran esas vulgaridades no agradables al oído. Sin embargo, la vulgaridad parece de alguna manera magnificada cuando sale de las bocas de los jóvenes, como es muy frecuente actualmente. Ellos tienen más lugares de donde aprender en la cultura actual, términos vulgares y profanos y escucharlos constantemente. El entretenimiento (TV, películas, música) y el mundo deportivo son las fuentes principales, pero trágicamente, los mismos padres son otra fuente mayor. Muchos de los padres ahora no fueron enseñados a controlar sus lenguas cuando eran niños y han llevado sus malos hábitos lingüísticos a la paternidad. Cuando los padres usan términos vulgares e impropios en presencia de sus hijos (y no limitan a sus hijos para que los imiten), podemos esperar jóvenes con una boca que dice cosas obscenas.

            La blasfemia se refiere a hacer un uso común o impío de las cosas o términos sagrados. Uno participa con el lenguaje profano cuando usa a Dios y a Cristo como palabras por medio de las cuales se maldice o se jura, como se hace frecuentemente en el lenguaje moderno. Sin embargo, quizás un empleo más frecuente de ellos en años recientes es con palabras comunes de admiración, sorpresa y emoción. Aquellos que hablan así, obviamente no piensan acerca de lo que están diciendo. La blasfemia es casi inevitable y la vulgaridad no se queda a atrás. En consecuencia, millones de niños han crecido (y están creciendo) en nuestra creciente sociedad secular sabiendo muy poco acerca de los nombres preciosos de Dios y de su Hijo excepto que el uso de ellos como profanidades.

            Mientras que escuchamos a unos cristianos profiriendo groserías, por desgracia muchos (tanto hombres y mujeres, incluyendo padres) no “se dan cuenta” cuando cometen profanidad en su hablar. Así los escuchamos diciendo cosas tales como, Dios mío, Oh mi Dios, Jesucristo, aleluya (es decir, alabado el Señor) u otros términos que profanan y toman en forma vana los nombres santos de nuestro Dios y de su Hijo. Complican su pecado cuando abusan de estos nombres sagrados en presencia de sus hijos o de los hijos de otros. El pueblo de Dios y sus hijos no deberían decir incluso los adjetivos de profanidad y vulgaridad (por ejemplo, cielos, caramba, por Dios, recórcholis, maldito, etc.).

            El Nuevo Testamento es explícito en su enseñanza respecto a la pureza del hablar y del control de la lengua:

 Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino lo que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes (Efesios 4:29).

Si alguno se cree religioso entre vosotros y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión de tal es vana (Santiago 1:26).

Nosotros que somos padres tenemos la responsabilidad de criar a nuestros hijos en la disciplina y amonestación del Señor (Efesios 6:4). Esto ciertamente incluye la enseñanza de nuestros hijos, con ejemplo y precepto, para restringir y controlar sus lenguas. Tanto para nosotros como para ellos, el Señor dijo: “Porque por tus palabras serás justificado y por tus palabras serás condenado” (Mateo 12:37).

La falta de respeto para los padres

            La cuestión del respeto de los hijos a sus padres no estuvo confinado a los días o la familia de Salomón. Es antiguo y continua. La Biblia hace hincapié en la justicia paterna y su efecto sobre los hijos. Dios puso al fiel Abraham como un modelo de todos los padres cuando dijo de él:

Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él (Génesis 18:19).

Jehová intentó que las generaciones futuras siguieran el noble ejemplo de Abraham:

El estableció testimonio en Jacob, y puso ley en Israel, la cual mandó a nuestros padres que la notificasen a sus hijos; para que lo sepa la generación venidera y los hijos que nacerán; y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos (Salmos 78:5-6).

Dios también hace hincapié en la necesidad de que los padres adiestren y disciplinen a sus hijos a fin de que los respeten. Por lo tanto, Salomón aconsejó a los padres:

El bueno dejará herederos a los hijos de sus hijos; pero la riqueza del pecador está guardada para el justo (Proverbios 13:22).

La vara y la corrección dan sabiduría; más el muchacho consentido avergonzará a su madre. … Corrige a tu hijo y te dará descanso y dará alegría a tu alma (29:15, 17).

Por lo tanto, cuando la Biblia enfatiza en el respeto a los padres por parte de sus hijos, se supone que los padres son modelos justos y que practican consistentemente la disciplina y la formación en el hogar. Estos factores permiten a los hijos darse cuenta de que sus padres son dignos de respeto y bajo circunstancias normales, tendrán tal respeto. El caso de Eli y sus hijos prueba que la justicia en el padre, sin el acompañamiento de la disciplina, puede ser deplorablemente insuficiente para producir hijos fieles (I Samuel 2:27-36; 3:13-14). Del mismo modo, los padres que son estrictos en disciplina, pero que viven una vida impía, rara vez tendrán éxito en inculcar el agradar a Dios en el carácter de sus hijos. Pablo siempre une estos dos elementos esenciales:

Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor (Efesios 6:1-4).

Nuestro tiempo es uno en que ambas de las premisas anteriores, lamentablemente, hacen falta en los padres. Los ingenieros sociales humanísticos han sido capaces de poner en marcha políticas a nivel federal, que han tenido efectos devastadores sobre las instituciones fundamentales del matrimonio, la familia y el hogar. Este conjunto lamentable de circunstancias tiene sus raíces a principios de 1960 cuando la leyes del divorcio por muto acuerdo empezaron a aprobarse por la mayoría de los estados. Luego, la “revolución sexual” llegó en la última parte de la década, lo que animó a la promiscuidad sexual, resultando en la destrucción de incontables matrimonios y familias. Ante tal tonto libertinaje, con el fin de hacer frente a los resultados de la explosión de la libertad sexual, las instituciones educativas decidieron tratar este cáncer con el curita de la educación sexual. El único problema con esto fue que el curita infectó terriblemente. ¿Les diremos a los jóvenes no tener sexo antes del matrimonio? ¡Oh, no! Enseñar la abstinencia sería “moralista.” Así que solo les enseñaron cómo hacerlo mejor y “más seguro”—ya que se suponía que lo iban a hacer de cualquier manera.

            Al mismo tiempo, los políticos liberales en Washington nos dieron la “La Gran Sociedad,” que ha sido todo menos la gran sociedad. De acuerdo a sus políticas, millones de madres solteras fueron recompensadas financieramente en proporción directa al número de hijos que engendraron. Un creciente número de divorcios junto con el factor de recompensa por producir hijos fuera del matrimonio ha tenido un efecto devastador sobre la santidad del matrimonio y el propósito por el cual Dios estableció el hogar desde el principio.

            Todos estos factores combinados resultaron en una avalancha de embarazos, millones de los cuales involucraron hijos dando a luz a niños. ¡Algo había que hacer! ¿La solución? ¡Hay que matarlos! Por lo tanto, Roe vs Wade, sin duda la pieza de legislación más pérfida y relevante de la magistratura que jamás haya emitido la una vez―honorable Suprema Corte de los Estados Unidos, el horror del aborto fue aprobado y hecho legal. Esta medida es el clásico ejemplo de tratar el síntoma en lugar de la enfermedad. En los treinta y un años desde que se decretó esta legislación, más de 44 millones de bebés inocentes han sido asesinados. Podemos casi que escuchar sus voces unidas a los de los mártires de Apocalipsis 6:10: “Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?” No dudemos de que su sangre inocente será vengada por Dios.

            Cuando este escritor era joven, solo los hijos de Hollywood tenían dos madrastras y tres padrastros además de sus madres y padres que les habían dado la vida. Suponemos que ahora hay millones en nuestra nación que han escapado de las manos sangrientas de los abortistas y que no tienen forma de saber siquiera quienes son sus padres o madres. Por lo menos una generación de tales niños ahora, han crecido a la edad adulta y han producido una generación como si misma a un grado mayor—todo lo cual se debe en gran parte a la revolución sexual maravillosa que ha volteado los valores morales de nuestra nación patas para arriba.

            Esta descomposición moral y estructural ha producido la familia “monoparental” y la del “niño desatendido” a consecuencia de que la madre tiene que trabajar. Esto ha generado los centros de atención en los que niños preciosos, desde la infancia hasta su cuarto años, son entregados a sus verdaderos padres―los trabajadores de salario mínimo que tienen poco o nada de entrenamiento ni emociones para con los pequeños que supervisan. Lo peor, estas instituciones que sustituyen a los padres han generado historias horrendas sobre abusos sexuales y físicos y abandono e incluso la muerte. Con mucho, ellos tiene mucha más influencia sobre el niño que los padres que los dejan ahí puedan llegar a tener.

            Estas fuerzas hedonistas y humanistas han permitido a la subcultura homosexual ser tan poderosas que plantea una amenaza a los fundamentos morales de nuestra nación al igual que el aborto. Ha surgido para tener un lugar desproporcionado de influencia, debido en gran parte, a un tratamiento comprensivo, totalmente sesgado e inmerecido por los medios de comunicación. Los practicantes de este casi indecible mal (Dios lo etiqueta que es una “abominación” [Levítico 18:22: Romanos 1:26-27]) quieren más que la mera tolerancia y aceptación. Buscan dominar. Exigen que se reconozca como un estilo de vida honorable y respetable. Su intento de imponer su estilo de vida a la esfera sagrada del “matrimonio” y la “familia” según la definición de Dios es una amenaza adicional de proporciones gigantescas a estas instituciones básicas de la sociedad civilizada.

            En un mundo malvado como el nuestro, la Biblia aun enseña que los padres vivan adecuadamente delante de sus hijos y los entrenen y disciplinen, a fin de que se hagan hijos de Dios. Cada vez más, los padres y los abuelos simpatizan con el Señor y la señora Noé y las burlas que han deben enfrentado en la crianza de Sem, Cam y Jafet para que los respetaran a ellos y a la ley de Dios. Su caso demuestra que nosotros también lo podemos hacer, incluso en un entorno que es cada vez más, no solo secular, sino también a ser irresponsables moralmente en una forma decida.

            Entre las numerosas declaraciones de la instrucción y el consejo que Salomón dirigió a los padres y a los niños, Proverbios 22:6 quizás es la más familiar: “Instruye al niño en su camino y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.” Este pasaje ha sido citado innumerables veces para promover la idea de que, si los padres enseñan a sus hijos tal como deberían, esos niños a pesar de todo, siempre permanecerán en la fe. Incontables sermones se han hecho sobre la interpretación de las palabras de Salomón. Sin embargo, si este es el significado de este pasaje, aparentemente tenemos al menos una Escritura que enseña la imposibilidad de la apostasía. Además, esta aplicación del pasaje implica la cancelación del libre albedrío de ese niño para rechazar, en años posteriores, su educación. Este pasaje puede ser uno de los más incomprendidos y de las declaraciones de la Biblia y que más frecuentemente se aplican mal.1

            Algunos, citando este proverbio, se apresuran a juzgar a los padres cuyos hijos se apartaron después de dejar el hogar. Sin embargo, el hecho inaceptable e innegable permanece, que un gran número de padres cristianos dedicados, que hicieron todo dentro de sus fuerzas para educar a sus hijos para que fueran firmes ciudadanos del reino, han sufrido la agonía de verlos rebelarse en contra y renunciar a la sana enseñanza y ejemplo. Además, podemos observar con frecuencia la circunstancia en la que los padres proveyeron instrucción espiritual idéntica, un mismo entorno y un mismo ejemplo para cada uno de sus hijos, pero con gran tristeza, vimos que uno o más la rechazaron por el resto de sus años, mientras que sus hermanos se mantuvieron firmes. El pasaje no dice o significa lo que, Henry (Comentario 3:789-90) sugiere, que “cuando sea viejo, se debe esperar, que no se aparte de él.” Más bien, la promesa se establece como una seguridad sin condiciones en lugar de un mero principio general deseado. ¿Cómo explicar esta paradoja aparente?

            Como discutimos arriba, sin controversia la Palabra de Dios enseña a los padres a enseñar a sus hijos con sus principios morales y espirituales (Génesis 18:19; Deuteronomio 6:4-9; Efesios 6:1-4; Colosenses 3:20-21; Tito 2:3-4; etc.). Los padres cristianos que descuidan esta responsabilidad no tienen excusa válida. Sin embargo ¿Es esto lo que Salomón está discutiendo en Proverbios 22:6? No solo muchos hermanos (como los citamos arriba), sino algunos comentaristas creen esto (por ejemplo Clarke [2:698], Henry). Sin embargo, el Comentario del Púlpito establece una visión diferente de la intención de este versículo: “Esto [el deber de la crianza espiritual] es una regla verdadera y valiosa, sin embargo no es lo que intenta el autor [Salomón]” (9:422). El finado Woods comenta sobre la aplicación común de este pasaje: “Esto está lejos—muy, muy lejos—de lo que el versículo enseña o dice” (192).

            Quizás, algunas traducciones adicionales ayudarán a demostrar la fuerza del mandato de Salomón. Keil y Delitzsch traducen este pasaje: “Da al niño instrucción conforme a Su camino; así cuando sea grande no se apartará de ella” (6:221). La traducción literal de Young dice: “Da instrucción al joven acerca de su camino, y aun cuando sea grande no se apartará de él” (409). Cook (Notas de Barnes) afirma que sería mejor traducido: el camino en el que debería ir, “de acuerdo al tenor de su camino” (62). El Comentario del Púlpito establece que el hebreo literalmente dice: “Inicia al niño de acuerdo a su camino” (4:22).

            Keil y Delitzsch cree que Salomón estaba instando a los padres a adaptar su instrucción y formación a la edad y al nivel de madurez de cada niño. Otros (Woods, Cook, Pulpit) afirman que su camino o el camino que él debería ir se refiere a descubrir la disposición, capacidades naturales y aptitudes del niño, rasgos de personalidad y luego personalizar la crianza del niño y la educación a esos rasgos. Este escritor ha creído por muchos años que este es el mensaje de Proverbios 22:6. De esta manera, la instrucción y crianza se da en armonía con los atributos naturales del niño convirtiéndose en una parte importante del niño que es casi innata—creando una “segunda naturaleza” que dura toda la vida.

            Woods señala en sus comentarios sobre este pasaje que la gente casi universalmente—y erróneamente—toma que cuando él sea viejo significa que cuando el crezca o cuando el niño alcance la edad adulta (192). Más bien, esta declaración significa lo que dice en referencia a la vejez y enfatiza la imposibilidad práctica de encontrar alguien que ha vivido un patrón de vida cultural, moral, espiritual o laboral, que lo abandone en sus últimos años.

            Obviamente, la oportunidad de ver a sus hijos madurar a santos incondicionales cuando dejan el nido paterno se incrementa infinitamente si los padres les inculcan la Verdad y la justicia desde sus primeros años (II Timoteo 1:5, 3:14-15). Sin embargo, la formación más concienzuda en los principios morales y espirituales que los padres piadosos puedan otorgar no garantiza que el niño la reciba y que permanezca fiel a ella. Sin embargo, este hecho no debería desanimar a los padres a hacer todo lo posible para cumplir con su responsabilidad en este respecto.

            La Biblia no enseña (implícita o explícitamente) sea en Proverbios 22:6 o en cualquier otro lugar, la imposibilidad de la apostasía o la eliminación del libre albedrío bajo ciertas circunstancias. Cuando uno discute su aplicación e incluya cualquiera de estas herejías, se debe saber que algo está terriblemente mal en su interpretación. Los padres temerosos de Dios que hicieron lo mejor para la formación espiritual de sus hijos, sólo para ver más tarde que apostataron a la religión falsa o a la inmoralidad, no deben sentirse culpables. Los niños siguen siendo personas con todo el poder de decidir su camino—y algunas veces escogen las tinieblas sobre la luz. Hermanos muestran poca misericordia cuando juzgan duramente a padres piadosos que han sufrido la desgracia de ver a sus hijos que van por mal camino.

Conclusión

            Las palabras inspiradas de Salomón son tan actuales y vivas (y necesarias) ahora como lo fueron cuando se escribieron por su pluma inspirada. Los jóvenes no pueden hacer algo mejor que leer este magnífico depositario de sabiduría una vez al mes. Les evitará tanto a ellos como a sus padres mucha angustia y aflicción si tienen la sabiduría y la siguen.

            Dios directa e inmediatamente infundió a Salomón con sabiduría es este mismo caso particular. Igualmente dotó a algunos en el primer siglo con el don milagroso de “palabra de sabiduría” (I Corintios 12:8) hasta el momento cuando Su revelación se completó (13:8-13). Santiago nos anima a orar por sabiduría, con la promesa de que Dios nos la dará en abundancia (Santiago 1:5). No obstante, esperaremos en vano si la esperamos recibir en alguna forma directa como Salomón y como los santos del primer siglo lo hicieron. Salomón le reveló a su hijo cómo da Dios la sabiduría a todos los que la piden, aparte de otorgarla en forma milagrosa lo cual cesó hace dos mil años. Dios responde nuestras peticiones de sabiduría a través del estudio y aplicación de la Palabra santa, la fuente final de toda la verdadera sabiduría:

Porque Jehová da la sabiduría y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia (Proverbios 2:6).

El que anda con sabios, sabios será; más el que se junta con necios será quebrantado (13:20).

Que todos, sean jóvenes o viejos, rechacen la insensata y condenable “sabiduría del mundo” (I Corintios 1:20-25) y opten por la “sabiduría que es de lo alto” (Santiago 3:17).  

Obras Citadas

Todas las escrituras son tomadas de la versión RV1960, salvo se indique lo contrario.

Clarke, Adam. Clarke’s Commentary. Nashville, TN: Abingdon Press, n.d., reprint.

Cook, F.C., ed. Barnes’ Notes. Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1983 reprint, “Heritage Edition.”

Henry, Matthew. Matthew Henry’s Commentary on the Whole Bible. New York, NY: Fleming H. Revell, n.d.

Keil, C.F., and Delitzsch, F. Commentary on the Old Testament. Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., n.d.

Spence, H.D.M., and Exell, Joseph S. eds. Pulpit Commentary. New York, NY: Funk & Wagnalls Co., Eerdmans Publishing Co. reprint, 1950.

Unger, Merrill F., and White, Jr., William. eds. Nelson’s Expository Dictionary of the Old Testament. Nashville, TN: Thomas Nelson Publisher, 1980.

Woods, Guy N. Questions and Answers Open Forum. Henderson, TN: Guy N. Woods, 1976.

Young, Robert. Young’s Literal Translation of the Holy Bible. Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1956.     

1El material respecto a Proverbios 22:6 apareció originalmente en una forma poco diferente en The Gospel Journal (Sep. 2002): 23-25.

[Nota: escribí este manuscrito y presenté un resumen del mismo oralmente en las Conferencias Anuales del Diario del Evangelio de Bristol, organizadas por la Iglesia de Cristo de East Bristol, Bristol, Virginia, del 16 al 19 de mayo de 2004. Clifford Newell, Jr. Conferencias y editó el libro de las Conferencias Proverbios, Un manual para la juventud.

Atribución: Tomado de TheScripturecache.com, propiedad de y administrado por Dub McClish.

Traducido por: Jaime Hernandez.

 

 

 

 

Author: Dub McClish

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