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El Estudio de las evidencias cristianas es el estudio de los asuntos que dan esencia a las afirmaciones del Evangelio y a su figura principal, Jesucristo. Tales evidencias generalmente se dividen en dos campos principales.
La “evidencia interna” es uno de estos principales campos de prueba. Con este término nos referimos a cosas dentro de la Biblia misma que indican que la Biblia es producto de Dios y no de meros hombres. Dado que la Palabra de Dios es la semilla del reino (Lucas 8:11) y el cristianismo es todo lo que produce cuando se sigue fielmente, establecer la autenticidad de las Escrituras es autenticar el cristianismo. La evidencia interna incluye la auto-armonía completa de las Escrituras (no se contradice a sí misma), la precisión histórica, geográfica y científica de la Biblia, las declaraciones proféticas y su cumplimiento en la Biblia y mucho más. Estas evidencias demuestran que la Biblia no pudo haber sido producida por la mente y los talentos de simples hombres.
La “evidencia externa” es el segundo campo principal de prueba. Este término se refiere a cosas fuera de la Biblia que confirman lo que está en la Biblia. Los arqueólogos han desenterrado repetidamente artefactos que han confirmado lo que la Biblia había dicho mucho antes de que se confirmara lo contrario. Los hallazgos arqueológicos nunca han contradicho las declaraciones bíblicas, ya sean históricas, geográficas o de otro tipo. También, en la esfera de la evidencia externa está el argumento del diseño. Mi reloj de mano no pudo haber surgido espontánea o accidentalmente. Es obviamente el producto de un diseño intrincado, preciso y detallado. No hay “diseño” sin un “diseñador”. Si esto es cierto para algo tan simple como un reloj de mano, lo es mucho más para el vasto universo. La única explicación racional de cómo comenzó nuestro mundo y todas las criaturas vivientes es que un Diseñador todopoderoso y sabio los diseñó y creó. La Biblia revela y describe a tal Diseñador como el Dios vivo y verdadero.
La “prueba práctica” podría considerarse un tercer campo de prueba. Con esto me refiero a los efectos del Evangelio cuando es obedecido fielmente. Sin la menor duda, el cristianismo ha influido en la civilización para bien, nunca para mal, dondequiera que haya ido. La terrible plaga de la esclavitud ha sido casi conquistada a través de la influencia del Evangelio. Las mujeres han sido elevadas inconmensurablemente por el poder ennoblecedor de la Verdad del Nuevo Testamento. El espíritu de libertad que dio origen a nuestra nación tiene sus raíces en la Biblia. Sin embargo, quizás incluso más poderosos que estos son los cambios forjados en las vidas de las personas. De hecho, esta es la forma en que el Evangelio tiene su efecto generalizado: como levadura en la masa (Mateo 13:33), afecta a un individuo tras otro hasta que muchos son afectados. Convierte al asesino en apóstol. Pone a trabajar al perezoso, hace sobrio al borracho y hace que el ladrón y el fornicario abandonen sus malos caminos. Tal es de hecho una forma poderosa de “evidencias cristianas.”
[Nota: Escribí este artículo y fue publicado en The Lighthouse, boletín semanal de Northpoint Church of Christ, Denton, TX, 9 de noviembre de 2014, del cual era editor.]
Atribución: Tomado de thescripturecache.com; Dub McClish, propietario y administrador.
Traducido por: Jaime Hernandez.
